jueves, 18 de enero de 2018

EL VIEJO Y EL MAR . Ernest Hemingway. 1953



EL VIEJO Y EL MAR

“Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo...”
            Así comienza un cuento que habla de dignidad en el sacrificio, de la constancia, de la lucha contra la soledad, contra el miedo y contra la soberbia.
“...el hombre no está hecho para la derrota.” Se dice a sí mismo Santiago, el viejo pescador, que consiguió capturar un enorme pez espada, después de una mala racha de ochenta y cuatro días sin pescar nada; habiéndose alejado él solo en un pequeño bote mar adentro y batallar tenazmente con el pez durante dos noches y un día.  Es tan grande el pez que debe amarrarlo al costado del bote porque es más largo que la embarcación. Cuando parece que la faena termina en éxito, un enorme tiburón, viene a robarle la presa. El escualo se lleva un buen trozo de carne y el arpón, que le dará muerte, clavado en el corazón. El marinero queda desarmado. Bandadas de tiburones vendrán ahora al olor del rastro de sangre que va dejando la presa. El viejo pescador no se rinde, defiende su captura a golpes de porra en una lucha desigual, son demasiados los tiburones que dejan al pez espada en esqueleto, con la espina, la cola y la cabeza.
            Agotado de cansancio regresa a la playa con el triste trofeo amarrado al costado de la barca, que cuenta la lucha en solitario del viejo pescador.
“Era demasiado bueno para durar –pensó–. Ahora pienso que ojalá hubiera sido un sueño y que jamás hubiera pescado el pez y que me hallara solo en la cama sobre los periódicos.”...  “Pero el hombre no está hecho para la derrota –. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”. Se dice en voz alta.
            La obra es un canto a la mar y a la naturaleza; una alegoría del sentido de la vida, de la amistad, el agradecimiento, la bondad y la soledad. A la lucha en soledad sobre todo; al fin y a la postre todos estamos solos ante nuestros miedos, nuestra vida y nuestra muerte.
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            El final, lógico y realista está teñido de esperanza, de tranquilidad. Su   amigo Manolín,un muchacho ya, a quien enseñó  desde que tenía cinco años y al que sus padres habían retirado de su compañía por su baja rentabilidad y la mala suerte del viejo pescador, decide por sí mismo, firmemente, acompañarlo para siempre en sus jornadas de pesca, él sabe lo que Santiago le puede enseñar en la pesca y en la vida.
Ya el viejo nunca estará solo, tendrá con quien hablar, tendrá compañía. Y un heredero a quien entregar sus valores vitales con su ejemplo.
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Gregorio Fuertes, canario de Lanzarote, que emigró con sus padres a Cuba cuando tenía seis años, fue para Hemingway cocinero, mecánico, pescador, capitán de su barco y sobre todo su íntimo amigo desde el año 1928 hasta el 1961 cuando se suicidó el escritor.
Se dice que es la fuerte personalidad de Gregorio la que   inspira a Hemingway, da base y fundamento a la novela de El Viejo y el Mar.
Hemingway dejó su yate en herencia a Gregorio y éste lo cedió al gobierno cubano que lo tiene en exposición en Cojímar, al oeste de la Habana.
Gregorio Fuertes murió en el año 2002 a los 104 años de edad, después de haber recuperado su nacionalidad española.

                                                                    

                                                  NOTAS


ORGULLO Y HUMILDAD
–Gracias –dijo el viejo. Era demasiado simple para preguntarse cuando había alcanzado la humildad. Pero sabía que la había alcanzado y sabía que no era vergonzoso y que no comportaba perdida del orgullo verdadero.

“Vaya – pensó, y se sintió desfallecer antes de empezar–. Voy a probar otra vez.” Cogió todo su dolor y lo que quedaba de su fuerza y del orgullo que había perdido hacía mucho tiempo y lo enfrentó a la agonía del pez.

No has matado el pez únicamente para vivir y vender para comer – pensó–. Lo mataste por orgullo y porque eres pescador. Lo amabas cuando estaba vivo y lo amabas después. Si lo amas, no es pecado matarlo. ¿O será más que pecado?
 –Piensas demasiado, viejo –dijo en voz alta.

DERROTA
–Pero el hombre no está hecho para la derrota –dijo–. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.

Ahora me han derrotado –pensó–. Soy demasiado viejo para matar los tiburones a garrotazos. Pero lo intentaré mientras tenga los remos y la porra y la caña.


Ahora sabía que estaba firmemente derrotado y sin remedio y volvió a popa y halló que el cabo roto de la caña encajaba bastante bien en la cabeza del timón para poder gobernar.

No es tan mala la derrota – pensó–. Jamás pensé que fuera tan fácil. ¿Y qué es lo que te ha derrotado, viejo?, pensó. –Nada –dijo en voz alta–. Me alejé demasiado.

El viejo cogió el vaso y bebió el café.
–Me derrotaron, Manolín –dijo–. Me derrotaron de verdad.
 –No. Él no. Él no lo derrotó.
 –No. Verdaderamente. Fue después.

SOLEDAD
Nadie debiera estar solo en su vejez –pensó–. Pero es inevitable.

Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuan solo se encontraba

Vio una bandada de patos salvajes que se proyectaban contra el cielo...y se dio cuenta de que nadie jamás está solo en el mar

Se consideraba una virtud no hablar innecesariamente en el mar y el viejo así lo creía y lo respetaba. Pero muchas veces decía sus pensamientos en voz alta, ya que a nadie molestaba

Trato de no pensar, tan solo de aguantar


OTROS
Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español cuando la quieren.

Mi decisión fue ir a buscarlo, más allá de toda la gente en el mundo

Tal vez yo no debería ser pescador, pero para eso he nacido

En Mayo cualquiera es pescador

La vejez es mi despertador, ¿porque los viejos nos despertamos tan temprano?, ¿será para tener un día más largo?

No lo dijo porque sabia que si se dice algo importante es probable que no suceda


                                                                                                                           IR AL ÍNDICE


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