viernes, 28 de octubre de 2016

CRIMEN Y CASTIGO - 1ª PARTE





CRIMEN Y CASTIGO. PDF



RESUMEN
Se peca con el pensamiento y en el mismo pecado está el castigo.
Estas dos frases bien pueden resumir la ansiedad que el estudiante Raskonikov sufría ante la posibilidad de cometer un asesinato que resolviera sus problemas personales y familiares. La lucha entre la conciencia y la razón le llenaban  de inquietud hasta la enfermedad y aunque se veía abocado a realizar el homicidio, nunca estuvo seguro de poder ejecutarlo por más que quisiera convencerse que debía hacerlo como acto de justicia.

Leer a Dostoyevsky es entrar en el alma, en el cerebro y en el sentimiento de Raskonikov el estudiante, es pasear y vivir en la sociedad rusa del XIX.  Dostoyevsky  activa la imaginación del lector y lo hace espectador invisible de la vida en la capital de la Rusia zarista, San  Petersburgo, hacia el año 1860. 
San Petersburgo en la actualidad. Lugares mencionados por Dostoyevsky en Crimen y Castigo  (Google Earth)
NOTAS
1. Es chocante que lo que más temor inspira a los hombres sea aquello que les  aparta de sus costumbres
2. Un trastorno físico, sencillamente. Un vaso de cerveza, un trozo de galleta, y ya está firme el espíritu, y el pensamiento se aclara, y la voluntad renace. ¡Cuánta nimiedad!
3. A veces nos ocurre que personas a las que no conocemos nos inspiran un interés súbito cuando las vemos por primera vez, incluso antes de cruzar una palabra con ellas
4. -Señor -siguió diciendo en tono solemne-, la pobreza no es un vicio: esto es una verdad incuestionable. Pero también es cierto que la embriaguez no es una virtud, cosa que lamento. Ahora bien, señor; la miseria sí que es un vicio. En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble. Con el indigente no se emplea el bastón, sino la escoba, pues así se le humilla más, para arrojarlo de la sociedad humana. Y esto es justo, porque el indigente se ultraja a sí mismo. He aquí el origen de la embriaguez, señor.
5. Sí, es una dama enérgica, orgullosa, intratable. Se friega ella misma el suelo y come pan negro, pero no toleraría de nadie la menor falta de respeto.
6. Me ha dado treinta kopeks, los últimos, todo lo que tenía: lo he visto con mis propios ojos. Ella no me ha dicho nada; se ha limitado a mirarme en silencio... Ha sido una mirada que no pertenecía a la tierra, sino al cielo. Sólo allá arriba se puede sufrir así por los hombres y llorar por ellos sin condenarlos. Sí, sin condenarlos... Pero es todavía más amargo que no se nos condene. Treinta kopeks...
7. Por otra parte, siendo él tan inteligente y perspicaz, comprenderá que su felicidad conyugal dependerá de la que proporcione a Dunetchka.
8. En su segunda visita, cuando ya su petición había sido aceptada, nos dijo, en el curso de la conversación, que antes de conocer a Dunia ya había resuelto casarse con una muchacha honesta y pobre que tuviera experiencia de las dificultades de la vida, pues considera que el marido no debe sentirse en ningún caso deudor de la mujer y que, en cambio, es muy conveniente que ella vea en él un bienhechor.
9. Dunia está segura de que conseguirá lo que se propone, gracias a su influencia sobre su futuro esposo, influencia que no le cabe duda de que llegará a tener. Nos hemos guardado mucho de dejar traslucir nuestras esperanzas ante Piotr Petrovitch, sobre todo la de que llegues a ser su socio algún día. Es un hombre práctico y no le habría parecido nada bien lo que habría juzgado como un vano ensueño
10. ¿Sigues rogando a Dios, Rodia, crees en la misericordia de nuestro Creador y de nuestro Salvador? Sentiría en el alma que te hubieras contaminado de esa enfermedad de moda que se llama ateísmo.
11. Pero ¿qué se propone Dunia? Se ha dado cuenta de cómo es este hombre y sabe que habrá de compartir su vida con él, si se casa. Sin embargo, es una mujer que viviría de pan duro y agua, antes que vender su alma y su libertad moral: no las sacrificaría a las comodidades, no las cambiaría por todo el oro del mundo, y mucho menos, naturalmente, por el señor Lujine
12. ¿Qué misterio es éste? ¿Dónde está la clave del enigma? La cosa no puede estar más clara: ella no se vendería jamás por sí misma, por su bienestar, ni siquiera por librarse de la muerte. Pero lo hace por otro; se vende por un ser querido. He aquí explicado el misterio: se dispone a venderse por su madre y por su hermano...Cuando se llega a esto, incluso violentamos nuestras más puras convicciones. La persona pone en venta su libertad, su tranquilidad, su conciencia. "Perezca yo con tal que mis seres queridos sean felices." Es más, nos elaboramos una casuística sutil y pronto nos convencemos a nosotros mismos de que nuestra conducta es inmejorable, de que era necesaria, de que la excelencia del fin justifica nuestro proceder. Así somos. La cosa está clara como la luz
13. -¡Renunciar a la verdadera vida! –exclamó en una especie de delirio-. Aceptar el destino con resignación, aceptarlo tal como es y para siempre, ahogar todas las aspiraciones, abdicar definitivamente el derecho de obrar, de vivir, de amar...«¿Comprende usted lo que significa no tener adónde ir?» Éstas habían sido las palabras pronunciadas por Marmeladof la víspera y de las que Raskolnikof se había acordado súbitamente, porque «todo hombre debe tener un lugar adonde ir».
14. sí, a los dieciocho o diecinueve años, ya es una mujer agotada...¡Cuántas he visto así! ¡Cuántas han llegado a eso! Sí, todas empiezan como ésta... Pero ¡qué me importa a mí! Un tanto por ciento al año ha de terminar así y desaparecer. Dios sabe dónde..., en el infierno, sin duda, para garantizar la tranquilidad de los demás... ¡Un tanto por ciento! ¡Qué expresiones tan finas, tan tranquilizadoras, tan técnicas, emplea la gente...! Un tanto por ciento; no hay, pues, razón, para inquietarse... Si se dijera de otro modo, la cosa cambiaria..., la preocupación sería mayor...
15. ¿Por qué, aun sintiéndose fatigado tan extenuado, que debió regresar a casa por el camino más corto y más directo, había dado un rodeo por la plaza del Mercado Central, donde no tenía nada que hacer? Desde luego, esta vuelta no alargaba demasiado su camino, pero era completamente inútil. Cierto que infinidad de veces había regresado a su casa sin saber las calles que había recorrido; pero ¿por qué aquel encuentro tan importante para él, a la vez que tan casual, que había tenido en la plaza del Mercado (donde no tenía nada que hacer), se había producido entonces, a aquella hora, en aquel minuto de su vida y en tales circunstancias que todo ello había de ejercer la influencia más grave y decisiva en su destino? Era para creer que el propio destino lo había preparado todo de antemano.
16. No intentó razonar. Además, no habría podido. Sin embargo, sintió súbitamente y con todo su ser, que su libre albedrío y su voluntad ya no existían, que todo acababa de decidirse irrevocablemente.


                                                                Fiódor Dostoyevsky 1821 - 1881
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